En pleno siglo XXI parece
que la imagen es la principal preocupación que proyectamos a los demás.
¿Damos demasiada
importancia a la imagen?
Muchos candidatos son
desechados de los procesos de selección por el simple hecho de la imagen que
causan en el entrevistador, sin dar ningún valor a lo que pueden aportar.
Está legislado que no
pueden hacerse discriminaciones por raza, sexo o religión para optar a un
puesto de trabajo, no esta legislada a discriminación basada en el atractivo
físico por la dificultad que esto implica.
El valor del atractivo
físico esta creciendo constantemente y su evidencia es que muchas sociedades
hoy en día están extremadamente interesadas en el atractivo físico directamente
observable, con cosas como libros de recetas, aparatos de ejercicios, comidas
bajas en calorías, cosméticos…
El físico es un aspecto que
no debería generar discriminación en el momento de contratar a unas personas,
aunque a realidad nos demuestre que esto no ocurre. Muchas veces hemos
escuchado alguna situación en donde terminan eligiendo a un/una empleado/a por
sus cualidades físicas, más que por su formación o experiencia.
Podemos ver en avisos
clasificados la siguiente leyenda “se requiere personal con buena presencia”.
Parece ser que la belleza y
el éxito están enlazadas como un prejuicio que todos llevamos dentro. La
preferencia por la belleza existe en todos los planos, y claro, en el laboral
también.
El caso es que los
empleadores saben que el público discrimina y por ello prefieren contratar
empleados atractivos que saben que les rendirán mejores ingresos.
Sin embargo, la belleza no
garantiza inteligencia ni aptitud profesional, por lo que una persona que ha
accedido a un empleo con mayor facilidad que otra que no ha sido agraciada con
una belleza tentadora, se verá en el apuro de sostenerlo a lo largo del tiempo
y para ello necesitará desarrollar cualidades profesionales y no solo una cara
bonita.
Nos gustaría pensar que los
procesos de selección en las empresas con asépticos, y que se basan en valoraciones
objetivas de nuestras capacidades profesionales. Tampoco nos hace mucha gracia
que el aspecto físico sea un determinante.
Sin embargo, somos humanos
y el físico tiene su importancia.
Los expertos en recursos
humanos dicen que las posibilidades de que una persona atractiva encuentre
trabajo son mayores que las que tiene otra que no lo es. Además, a la hora de
seleccionar a trabajadores, junto a la experiencia o el currículum, se concede
un gran valor a la entrevista, y, por tanto, al contacto personal y la primera
impresión con factores que también tienen mucho peso cuando se busca empleo.
No se debe confundir
atractivo con ser guapo o guapa. El atractivo puede radicar también en el tono
de voz, en la forma de expresarse, en la elegancia, en la educación, etc. Se
trata de una cuestión subjetiva.
Clara