domingo, 3 de febrero de 2013

¿LO BELLO O LO SUBLIME?

¿Lo bello o lo sublime? Ésta es una pregunta interesante por lo que hace a la vida en general, a aquello que nos rodea, a las cualidades de los seres que vemos día a día…A mi parecer, de todas formas, la frontera entre lo sublime y lo bello se encuentra muy claramente, en la inmensidad que eso supone, dentro de las obras de arte, de aquello que ha conmovido y conmueve millones de almas durante todos los tiempos. Escoger entre bello y sublime es una elección muy subjetiva y difícil de hacer. No es una decisión, además, que se pueda universalizar, ya que depende del sujeto que establezca su orden de prioridad, escogerá aquello que se presenta como bello ante sus ojos, o aquello sublime que le cause un impacto conmovedor al alma. Como decía el filósofo prusiano Emmanuel Kant, “Lo noble (sublime) conmueve, mientras que lo bello encanta”. Vemos entonces que lo bello, como su propio término indica, transmite belleza y por lo tanto nos deleita y nos alegra la vista, el oído, el gusto…Todos los sentidos. Digo todos los sentidos porque yo creo que no debemos restringir estos dos términos solo al sentido de la vista que es al que, comúnmente, los asociamos. Bello y sublime pueden ligarse a todas aquellas concepciones del ser humano, incluso a aquellas del pensamiento: un sentimiento puede ser bello, placentero, pero puede ser sublime, noble, conmovedor. Antes me he referido a que la distinción entre lo bello y lo sublime no podía universalizarse a causa de su carácter subjetivo. De todas formas, ni yo misma puedo pronunciarme entre algo bello y sublime. Es más, ¿Qué es lo bello y qué es lo sublime? ¿Puede ser una cosa bella y sublime a la vez? Algo me dice que sí, que pueden supereponerse lo bello y lo sublime pero creo que cuando el atributo de sublime recae sobre un cuerpo, una sensación…Recubre, anula a lo bello. Voy a poner el ejemplo de dos obras de arte. Yo, cuando observo un bodegón o un cuadro paisajístico, encuentro una tranquilidad y una belleza que me ampara, me produce bienestar; eso es bello, algo bonito, agradable a los sentidos. En cambio, cuando observo el cuadro de “El grito”, de Édouard Munch, mis sentidos no experimentan una sensación placentera sino que quedan en suspensión. El cuadro en sí no es bello, no es agradable estéticamente hablando pero, por una causa o por otra, no deja al espectador indiferente, sino que causa un impacto en él, lo conmueve. A partir de esta división, ¿Tú con qué te quedas? ¿Con lo bello o con lo sublime? ¿Con el adjetivo de los dóciles los fáciles de contentar, o con el de los insaciables, de los que siempre quieren más, de los que aman el sentimiento conmovedor y único de lo sublime? En conclusión yo creo que hay un mundo entre lo sublime y lo bello y que, al fin y al cabo, la diferencia entre el uno y el otro es su perpetuidad en el tiempo. Aquello bello se acaba y no queda en la memoria por todos los siglos porque como decían muchos tópicos literarios, la belleza es algo efímero. En cambio, lo sublime, lo conmovedor, causa tal huella en el espíritu que permanece, no solo en el individuo en concreto, sino en el colectivo de la humanidad. Esto sublime que perdura, pero, puede ser, y en gran parte de los casos pasa, que no sea bello y que sea vertiginoso, que cause miedo y terror, pero al mismo tiempo, impacto, grandeza, singularidad y eso es lo que le da la caracterización de sublime. A partir de ahí la elección se hace imposible y nos hace ver que no podemos quedarnos con lo bello o lo sublime, tenemos que dejar todas las posibilidades abiertas a nuestros sentidos y a nuestra alma, y ellos, ya escogerán delante de cada caso en particular. CLÀUDIA BOCHACA SABARICH

1 comentario:

Teresa dijo...

En vez de "A mi parecer", utiliza "Según mi parecer" o "En mi opinión". Por lo demás, "casi" aúnas belleza y sublimidad en este texto.