domingo, 24 de enero de 2010

CONTROLES EN LOS AEROPUERTOS

Desde hace relativamente pocos días, después del intento de atentado fallido por parte de un pasajero nigeriano de 23 años, viajar en avión se presenta coma una verdadera odisea de registros y negligentes atenciones al público.
Dicho pasajero de procedencia nigeriana ha conseguido juntamente con otros terroristas y anteriores atentados, como el de la torres gemelas, que el miedo se haya metido dentro de la terminales de los aeropuertos.
Hasta hace poco ya se seguían minuciosas exploraciones para encontrar objetos dentro del equipaje, detectores de metales en personas y hasta se ha llegado a prohibir que un pasajero lleve un frasco de más de 100ml consigo.
A través estos controles se ha conseguido una seguridad que se podría considerar muy buena.
A pesar de esto ahora llega la máquina para llegar a la seguridad óptima: el escáner de cuerpos.
Esta máquina de máxima seguridad permite a los agentes que la manejan ver con todo detalle si el pasajero lleva o no algún objeto peligroso.
Hasta ahí la cosa se entiende perfectamente; a pesar de que el pobre pasajero tiene que llegar al aeropuerto tres horas antes ya que la facturación de maletas es eficiente, las colas son cortas, los controles son pocos, rápidos y eficaces, se encuentra, finalmente, con dicho escáner, que le realiza un último y exhaustivo control.
Después de haber superado lo que hasta hace poco garantizaba la máxima seguridad para los pasajeros, éstos se encuentran con unos agentes dispuestos a obligar que les dejen ver lo que llevan en sus calzoncillos a través de dicho escáner.
Una vez hecho el escáner, y si no se ha encontrado nada sospechoso, el pasajero podrá subirse al avión, pero los controles de seguridad no dejarán de aparecer.
A partir de que el pasajero tome su asiento en el avión, infinidad de nuevas normas se le aplicarán: se le prohibirá hacer uso de los servicios en caso de urgencia (normativa que se quiere impulsar) y no se le permitirá realizar ni un simple gesto hacia su bolsa colocada sobre su cabeza.

Con todo lo dicho hasta aquí se puede ver claramente el ridículo que se está rozando con esta nueva medida de seguridad.
Ya no es que se ataque a la intimidad de las personas, ya que la seguridad debería ser más importante, sino que el pasajero acabará por viajar en barco o tomar otro tipo de transporte, donde, sorprendentemente no se aplican los controles minuciosos de los aeropuertos.
Este es el gran error de los controles. De acuerdo, ahora los aeropuertos serán además de un lugar de inspección sexual de las personas un fortín de seguridad contra las amenazas terroristas cada vez más presentes. La gran contradicción entonces es que alguien pueda acceder a un barco, donde suben unas 2.000 personas, superando solamente los más sencillos controles, realizados normalmente en cualquier museo famoso.

En resumen: dentro de poco señores lectores les resultará más ventajosos coger el avión desde el nuevo aeropuerto de Lérida-Alguaire para viajar a Barcelona (es un caso supuesto, ya que no hay viajes de este tipo), que coger el AVE. La razón es que con avión viajarán bajo la más absoluta seguridad, todo lo contrario que con otro tipo de vehículo, con el cual está expuesto usted un altísimo 0,001% de posibilidades de que sufra un atentado terrorista.
Por todo esto, estén atentos, que ahora más que nunca, es más fácil coger la Luna con la mano que viajar en avión por todo el mundo.

1 comentario:

Teresa dijo...

¡Muy bien redactado, Albert! No sólo has conseguido una redacción muy correcta y natural sino que además flota todo el rato en el aire un tonillo irónico muy acertado que llega hasta la conclusión final. ¡Felicidades!