sábado, 16 de octubre de 2010

La selectividad

El próximo mes de junio, los alumnos de segundo de bachiller tendrán que examinarse de un séquito de asignaturas para lograr la puntuación para acceder a la carrera y universidad que se desea: la selectividad o cómo dicen los más “vanguardistas”, las PAU. La convocatoria dura tres días en los cuales el estudiante debe examinarse de asignaturas troncales (castellano, catalán, matemáticas o latín, lengua extranjera y una comodín) para obtener unos mínimos, pero además están las opcionales, que te permiten sacar una nota más buena, opción ideal para esas carreras como publicidad, medicina, aeronáutica, en que la nota es muy elevada. Este evento culmina en la agenda escolar de los jóvenes españoles, es su meta. El concepto de bachiller vendría a ser la preparación cultural y personal para aprobar estos tres días y luego la vida en si.

¿Es un buen sistema, avaluar y determinar el futuro de los jóvenes en un solo examen de una materia que llevan estudiando más de tres horas diarias durante dos años?

Mucha gente maldice de ella, otros creen que sin ella, la sociedad funcionaria a golpe de talonario (¿no lo hace ahora?). Defensores y acusadores, ¿Quién tiene la razón de este asunto?

Durante dos cursos de bachillerato, y todo el recorrido de la primaria y la secundaria, los alumnos han adquirido muchos conocimientos, aprendizajes e incluso lecciones de moral, ética, frutos muy útiles para el futuro de cada individuo. Pero independientemente de esta evaluación continuada, aunque poco inducida y muy facilitada (esto ya vendría a ser divagar sobre el bajo nivel de la educación en el estado español), al final del camino está un duro golpe. Con solo un examen de cada materia, está en juego todos los años invertidos, hayan sido productivos o no. Se sabe que solo un 5% de los que se presentan en junio suspenden, pero la preocupación ya está extendida. Los nervios y las prisas siempre juegan malas pasadas, y no solo suspender puede influir en el porvenir, si sacas notas inferiores a las que necesitas te puedes quedar en las puertas de tus expectativas. Es un poco melodramático el tono, pero se te pueden romper los sueños que de pequeño habías idealizado. Este inconveniente ha sido muchas veces discutido, en buscar otro sistema de clasificación de los estudiantes menos terrorífico, en que se pueda observar el progreso del alumno y no solo su total de sabiduría, pero por muchas razones, que son las ventajas de la misma selectividad, no se ha cambiado.

Y una de esas ventajas es la imparcialidad que proporciona una prueba a la multitud con igualdad de condiciones (exceptuando los que llevan chuletas). Se da por sentado que los docentes habrán realizado correctamente su trabajo mostrando los apartados de sus asignaturas más destacables por sus futuros y que entran en las PAU. Los chicos y chicas tienes un mes para repasar estos apuntes y prepararse. Pero no solo se avalúa el cuerpo de conocimiento, sino la madurez del joven, comprender artículos periodísticos, científicos, literarios, históricos, etc. Tres días llenos de exámenes es una sobrecarga, pero a la que también se ha preparado durante estos años. Es como la última lección de los dieciocho años, el último adiós de unos profesores e instituto que te han visto crecer y evolucionar, cada cambio de pensamiento ( que en la juventud son mayormente radicales), cada cambio de letra, cada mal y buen momento. En la selectividad, al igual que en la universidad, este contacto se pierde, es como una transición comprimida y muy concentrada, en la que pasas a ser tu quien te preparas los trabajos y exámenes y no el profesor, porque se tiene que ser maduro y sobretodo, adulto (con todo lo que eso conlleva, no solo el carnet de conducir y la emancipación de casa). Si estás preparado para esta nueva etapa de los seres humanos, estarás a la altura para cumplir tus expectativas personales y conseguir un futuro laboral que te guste y te permita vivir dignamente, si no, serás el 5% que suspende la selectividad o bien la mayoría de los estudiantes que no pueden cursar la carrera deseada y que pasa un verano agridulce.

En mi opinión, es un sistema más de clasificación de forma discriminativa, pero necesario para distribuir objetivamente a cada uno en su sitio. Las clasificaciones, suelen dejar algunas caras tristes y otras contentas. A mí me pasaba cuando elegían los equipos en un juego, cuando no estaba con alguna amiga, me sentía más desmotivada. Pero siempre se remonta afortunadamente. Lo que se debe hacer es esperar, no con las manos cerradas sino con las mentes y libros abiertos, a que lleguen esos dichosos días. Lo que venga después, será una valoración e incluso recomendación de nuestro futuro, aunque nos duela en el corazón. Para no descorazonar tanto, a esos que ven mal la selectividad, vale recordar que solo es el 40% de la nota total que te permite entrar a la universidad.

1 comentario:

Teresa dijo...

Laia:
Aunque es un buen texto en lineas generales, por la extensión que tiene deberías dejar las partes bien claras y no lo están tanto, alguna idea se repite y amplia y en otros lugares te vas un poco del tema. Vigila.
En cuanto al léxico, sigue vigilando las interferencias del catalán: Evaluar y NO Avaluar, "serie" en vez de "séquito". También debes poner mucho cuidado al emplear las palabras porque tienes alguna oración sin sentido: "Este evento culmina..." cuando debe decir "Este evento es la culminación de los estudios...".