sábado, 13 de noviembre de 2010

IMPACTO DE LOS SUPERMERCADOS EN EL COMERCIO LOCAL

En mi pueblo hay unos 3000 habitantes. Vivimos en el Pirineo, rodeados de campos, huertos y pasturas y como es tradición, cada miércoles hay mercado en la plaza y cada cierto tiempo, por los pueblos vecinos se celebran ferias de ganado. Hay una cooperativa de leche, el Copirineo, y además queda alguna pequeña fábrica familiar de aguardiente. Pero todo esto es representativo, forma parte de un pasado no tan lejano, porque en mi pueblo, como en la mayoría de pueblos y todas las ciudades, hay supermercados, en particular, dos. Lo que me parece más irónico es que el Eroski está situado justo al lado de una tienda de toda la vida de comestibles.

Las grandes superficies como el Eroski, Alcampo, Corte Inglés, son edificios grandes con multitud de productos, de trabajadores y cajas. Su publicidad es presente en la televisión y radio pública y la gran mayoría no son sucursales españolas, sino de Francia o Alemania. Este tipo de compra, en la que tú te paseas por unos corredizos largos, luminosos, con música y color, arrastrando el carro de la compra, entraron en competencia en los años sesenta con el comercio propio de nuestro país, el típico economato del barrio o pueblo que vendía productos propios y locales y con confianza ya que muchas veces te fiaba. Curiosamente, estos supermercados nacen de la fusión de cooperativas agrícolas, como es el ejemplo del ya difunto Caprabo, que fue absorbido por una potencia alimentaria europea (Eroski).

Las encuestas muestran el porqué del triunfo de los supermercados: la comodidad, la gran variedad y poder pagar en tarjeta. La mayoría de productos que se compran son de aseo, bebidas, alimentos y productos de belleza, entre la cantidad de secciones que puede tener uno (textil, tecnología, ocio, etc.). En su contra, el comercio local se escoge porque queda cerca de casa y sirve de compra provisional cuando algo se termina en casa. Aún así, el gráfico lo determina: un 28% de consumidores prefieren el supermercado, el 10% prefiere la tienda de la esquina y un 62% les da igual si uno u otro. Las cifras no son tan escalofriantes, y por eso la mayoría de tenderos afirman que no ven el supermercado como una amenaza.
¿Debemos tranquilizarnos? ¿No hay mas diferencias entre estos dos tipos de compra? Sí, la estrategia de estas grandes superficies comerciales, la gran producción que necesita una gran distribución de la comida, esta más rentable, ¿pero más buena? Si nos fijamos, el hecho de que en los estantes vemos más variedad de productos se puede traducir por una gran cantidad de aditivos, colorantes, y como no, el producto estrella escogido por nuestra sociedad, el fast-food, adversos a nuestra salud y que a la larga pueden causar intolerancias y alergias. Todos esos eslóganes de más natural, ecológico, 0%grasa, etc., salen del laboratorio, desnaturalizar los alimentos, responsables de obesidades, altos niveles de colesterol o hipertensiones, costes que asume la sanidad social. I además, el transporte de las primeras materias cultivadas en países del hemisferio sur (cariñosamente, Tercer Mundo) crea un impacto medioambiental, gasto de energía, para fabricar unos productos uniformes i estándares en todo el mundo, acabando con las especias locales (solo cultivadas representativamente por campesinos subvencionados). ¿Cuál es el resultado de la ecuación? Menos costes de producción y precio final alto igual a máximo beneficio para la gran cadena. La alimentación es un gran monopolio que en España esta dominado por 5 grandes cadenas i dos empresas mayoristas que se representan en un 75% de la distribución alimentaria de nuestro país, siguiendo la moda europea.

Este suceso es llamado por los expertos “Teoría del embudo”, en el que millones de consumidores y miles de campesinos son relacionados por unas pocas multinacionales que como vemos, carecen de escrúpulos. Y como alternativa, si somos conscientes que usamos un recurso natural agotable, debemos apostar por un consumo responsable, contrario a lo que se nos inserta en la mente subliminalmente, el consumo excesivo y superfluo. Aún quedan circuitos cortos y de proximidad, mercados locales, cooperativas de consumidores de productos agroecológicos, debemos confiar en estos, aunque no nos atraigan por sus luces de neón, 2x1 y músicas pegadizas. Estos pequeños comercios a nivel barrial o pueblerino nos tienen que gustar por la confianza de saber que nos venden, porque se autogestionan i además vemos una transparente relación entre el campesino y el comprador.

En conclusión, debemos despertar, evitar el impacto de la globalización capitalista, mostrar nuestra inteligencia y carácter a todas las multinacionales. Aunque nos regalen y den ofertas, porque es propio de nuestra naturaleza la curiosidad: ¿de dónde viene esto tan exótico?, ¿por qué no está macado si se recolectó hace dos meses?, ¿cómo se explica o justifica su precio tan económico?, etc.

1 comentario:

Teresa dijo...

Laia:
¡Ojo con los catalanismos! ¿No te advierte el corrector ortográfico de palabras como "pastura" ("pasto" en castellano)?. Cuidado con las "i" como conectores y con ponerle artículo a los nombres propios ("el Caprabo") porque es un vulgarismo.
Excepto por estos errores pequeños pero demasiado llamativos, has hecho un magnífico e interesante trabajo. ¡Felicidades!