domingo, 30 de enero de 2011

Universidades: pública versus privada

Tengo dos amigos que estudian magisterio en Lérida, pero por razones de nota de corte, uno entró en la pública y el otro se quedó a un punto de entrar. Así que casualmente, el chico que se quedó en las puertas de poder cursar en una universidad pública, tenía un respaldo económico, y por tanto pudo matricularse en una privada. Actualmente, ambos están sacándose el curso pero siempre que me hablan de trabajos, exámenes y sobretodo, notas, no puedo evitar las comparaciones. No obstante, ellos ya han escogido (o no), ahora nos toca a nosotros porque en menos de cuatro meses deberemos rellenar solicitudes y prematriculas.

Se suele asociar la privada con padres engominados que pagan como un capricho más un título universitario a sus niños, y a la pública como un sitio sin leyes pero al que se te exige un ritmo de trabajo exhaustivo para total, ver como enchufan antes a los engominados de armillas de cuadros escoceses. Es un tema en el que resulta difícil decantarse sobretodo porque se puede relativizar en la disciplina y universidad que vayas. Un claro ejemplo es ESADE, una universidad privada con carreras de derecho, empresariales y administración de empresa que forma parte de la universidad Ramón Llull. Es una de las más prestigiosas de Cataluña y España, sus estudios son muchas veces nombrados en los telediarios y documentales, pero además, sus pruebas de acceso son más complejas que en otras (incluyendo las públicas). Igualmente, continua siendo inaccesible por algunas familias ya que la matricula también es compleja para algunos bolsillos. De hecho, como pasa en los Estados Unidos, muchas universidades privadas como Harvard, Yale o Princeton, tienen una gran reputación pero resultan utópicas para gente muy válida. Y debemos recordar que al ser grupos más pequeños es más fácil recibir la atención del profesorado del centro. No obstante, en la pública, con ayudas y subvenciones del estado también se logra un buen resultado, ya que el alumno debe ser él mismo el que se preste la atención, no a golpe de talonario, sino de los suspensos. Son dos filosofías muy diferentes, con infinidad de características opuestas, pero al fin y al cabo su objetivo es el mismo, formar profesionales válidos para el futuro. Y también coinciden en que no es ni la universidad ni el claustro los que determinan el nivel del grupo, sino los mismos alumnos. Entonces podemos entender que si a algunas privadas solo acuden los alumnos con notas no aptas para la media de las públicas, el nivel será más lento y bajo.

Tengo como principio que el conocimiento no debería ser privado ni a cambio de dinero, todos los que se hayan esforzado durante los años de enseñanza obligatoria merecen poder escoger y cumplir sus expectativas. Me parece algo tan lógico por mi manera de ser y como me han educado, escoger la universidad que más me conviene a mí y a los que realmente me la pagarán. Además, si un día queremos ser un crack de Wall Street, mejor despertar y darte cuenta que si quieres hacerte un hueco en un mundo competitivo y que sobrevalora el mejor, el ganador, el número uno, tendrás que trabajártelo tu, independientemente del dinero que puedas tener. Uno mismo se debe forjar su prestigio, y no dudaré en decir, que es posible yendo a la pública como en la privada.

En definitiva, el título de la redacción es una simple excusa para la mayoría y una forma de justificar etiquetas de snob o rastafari de una molesta frivolidad; el que quiera triunfar en la vida y cumplir sus deseos será aquel que lo demuestre mediante sudor e interminables vasos de café en las tres de la madrugada.

1 comentario:

Teresa dijo...

Muy bien Laia. A las tres de la madrugada.