jueves, 23 de febrero de 2012

Terapia génica

La terapia génica es una técnica que permite la localización exacta posibles genes defectuosos en los cromosomas y la sustitución de estos por otros correctos, con la finalidad de curar las llamadas “enfermedades genéticas”, entre las que se encuentran muchos tipos de cáncer. El desarrollo de esta técnica gracias a los avances científicos ha dado como resultado la posibilidad de curar casi cualquier patología de carácter genético.

De esta forma, reemplazando genes dañados por otros sanos, se corrige la enfermedad genética. Pero ¿hasta qué punto son aceptables este tipo de tratamientos?

Es verdad que la ciencia ha avanzado mucho en los últimos años, y eso gracias a estos avances médicos ha aumentado significativamente la esperanza de vida de los seres humanos en general (llegando a ser la más alta del mundo 82 años, una cifra inimaginable pocas décadas atrás). Aparentemente, ¿qué puede haber de negativo en esto? Salvamos cada vez más vidas y aseguramos así el bienestar de la sociedad, elevamos continuamente nuestros conocimientos científicos y cada vez entendemos más sobre nuestro propio organismo, sintiéndonos capaces hasta de modificarlo a nuestro antojo pero ¿conocemos nuestros límites?

Hasta ahora la terapia génica ha sido una innovadora práctica utilizada para curar enfermedades genéticas, canceres, etc., y para intentar evitar problemas de este tipo, sobretodo en fetos. Pero esta técnica podría ir más allá, y no es descabellado pensar que dentro de un tiempo y gracias al desarrollo científico se pudieran elegir los mejores genes para nuestros hijos mientras estos fueran solo pequeños fetos fáciles de manipular genéticamente.

Pero parece que el ser humano no aprende de sus errores, y nadie echa nunca un vistazo atrás en la historia. La energía nuclear, por ejemplo, solo tenía ventajas, hasta que se crearon bombas capaces de destruir hectáreas inimaginables de territorio en pocos segundes. El entusiasmo y las ganas de llevar nuestros conocimientos al límite nos impiden parar un segundo para pensar en las consecuencias.

Esta ciencia podría llevarnos a, aunque puede parece cosa de ciencia ficción, la idea de que debemos (y podemos) perfeccionar la raza humana, y podría darse el caso de que aquellos que pudieran pagarlo, intentara mejorar su descendencia escogiendo los mejores genes de los progenitores. Se crearían entonces humanos transgénicos, algo no tan descabellado si pensamos en como se han apoderado de la agricultura los alimentos genéticamente modificados.

Por eso considero importante saber donde están los límites morales, éticos y civiles e intentar que los científicos no los sobrepasen, para evitar que este desarrollo científico y tecnológico sea utilizado con fines inmorales o puramente económicos. Hay que mirar atrás en la historia e intentar evitar los errores del pasado si no queremos ser los culpables de nuestra propia perdición.

1 comentario:

Teresa dijo...

Muy bien resuelto, Maria, para ser que no es un tema de tu "especialidad". La pega siguen siendo las faltas de ortografía, en este texto, básicamente, adverbios interrogativos a los que no pones la tilde: "cómo", "cuándo" o "qué".