lunes, 26 de marzo de 2012

¿Móviles en el instituto?

La tecnología ha avanzado hasta límites insospechados. Cuando yo era pequeña en mi casa ya teníamos un ordenador, uno grande y lento, y solo disponíamos de Internet un par de horas al día. Se hablaba entonces de un futuro en el que los ordenadores fueran de bolsillo y pudieran cogerse con la palma de la mano. No ha pasado tanto tiempo desde entonces, y las predicciones de la gente se han hecho más o menos realidad.

Los móviles con Internet han invadido nuestra sociedad en poco más de un año. Los jóvenes hemos experimentado en primera persona el cambio de un teléfono en blanco y negro, con una pantalla diminuta, que a penas podía enviar mensajes de texto, hacía los smartphones actuales, enormes pero ligeros, con aplicaciones infinitas y conexión a Internet casi ilimitada.

No puede negarse la utilidad de estos aparatos. Internet se ha vuelto una herramienta indispensable para trabajar hoy en día, y el no necesitar un ordenador para poder, por ejemplo, comprobar tu correo es un gran avance. Aún así, uno de los errores más grandes de nuestra sociedad es el desconocimiento (o directamente la ignorancia) de dónde está el límite.

Estos móviles nos han invadido, están en casi todos los bolsillo de aquellos que nos rodean. En la calle, en el bar, en un restaurante, en las tiendas, en casa, e incluso en las aulas. Por alguna razón, los padres han provisto a sus hijos de una herramienta de distracción imparable, creyendo que así les hacían un gran favor. Niños de trece o catorce años se dedican, en horario escolar, a explicar a sus amigos vía facebook, tuenti, twitter, Whatsapp, BBchat, o todos a la vez, lo aburrida que está siendo la clase. Es evidente que los niños siempre se han aburrido en clase, y siempre han encontrado distracciones para no dormirse, pero estos móviles provocan una desconexión generalizada por parte de los alumnos mucho más eficaz que cualquier cartita escrita a mano o cualquier agenda llena de dibujos. Pero no solo eso, ya que no afecta a aquellos que realmente estén interesados en aprender algo, sino que además estos móviles ayudan en ejercicios y exámenes: son disimulados, rápidos y mucho más eficaces que las tradicionales chuletas. Google tiene todas las respuestas, o casi todas.

A nivel social, al estar todo el tiempo conectados, nos estamos convirtiendo en seres virtuales. Hemos llegado a un punto en el que podemos decirle a alguien lo que pensamos por Internet, pero cuando tenemos la posibilidad de hablarle a la cara bajamos la mirada y no nos salen las palabras; cuando quedamos para tomar algo con los amigos, la mitad de ellos está hablando con alguien que está ausente a través de su móvil, o incluso con alguien allí presente, dejando de lado a aquél que conserva su viejo NOKIA sin Internet. En las clases no es diferente: un grupo de alumnos, cada vez más numeroso, dispone de aplicaciones infinitas que les mantienen conectados (y desconectados del mundo que les rodea en aquél momento).

En conclusión, me parece una aberración lo que se ha hecho con los móviles. Han conseguido crear una adicción enfermiza a Internet que afecta a cualquier grupo social, y han creado una herramienta con un gran poder de atracción que nos aleja de la realidad. Es cierto que si se utilizan de forma moderada, estos móviles son una útil herramienta para la vida moderna, pero la moderación no es una característica de nuestra sociedad, y el descontrol nos esta llevando a una degradación cada vez más grande y más imparable.

1 comentario:

Teresa dijo...

Nada que corregir en el texto que es muy bueno desde su concepción a su estilo. Tienes alguna faltita como cuando acentúas "aquel" determinante o algún error de puntuación; pero, nada importante.
¡Buen trabajo, Maria!