viernes, 25 de septiembre de 2009

¿Existe el derecho a “no ver”?

Que os pasaría por la cabeza si os encontrarais una chica paseando por la gran vía de Barcelona, vestida tan solo con un biquini? Y si fuera desnuda? Cómo ya sabrá mi querido lector, este tema está a la orden del día en los medios de comunicación desde hace ya varios años, y en especial desde hace una semana, a raíz de la petición realizada por la Asociación Oficial de Hoteles de Barcelona al Ayuntamiento de esta misma urbe, demandando al consistorio la promulgación de una ordenanza municipal que prohibiera la circulación en traje de baño o sin camiseta por el interior de la ciudad. Sin entrar a discutir acerca de la moral o la ética del asunto, ya que mi exposición se vería sobradamente alargada, intentaré exponer los argumentos de los dos sectores en discordia, y sacar conclusiones.
En uno de los extremos, encontramos al colectivo de personas que defienden esta medida. Entre ellos, encontramos a las Asociaciones Hoteleras y a los Comerciantes que afirman que las vestimentas indecorosas generan mala imagen en la metrópoli. Su argumentación se estructura a partir de la relación que ellos establecen entre estas situaciones, la prostitución y la venta ilegal en las calles de droga, según palabras de Jordi Clos, presidente de los hoteleros. En este grupo también se encuentran los detractores de las playas nudistas, los fervorosos defensores de la existencia exclusiva de playas familiares, por respeto a los niños. Finalmente, en este grupo se encuentra la parte de la población española, y Europea en general, que concibe las nuevas modas como indicadores de la perdida de respeto y pudor por parte de las nuevas generaciones, y que además añaden a estas, la poca higiene.
Por lo que se refiere al otro bando, está constituido de entrada, por los defensores de la libertad de expresión y el libre albedrío; además también lo forman los opositores a la tendencia estética derivada del judeocristianismo de ocultar nuestro cuerpo en público, cuyo principal razonamiento se remonta a los cánones de comportamiento de épocas pasadas, en las que por ejemplo, el desnudo era una cosa muy natural en sociedad; finalmente lo componen el colectivo de personas que defienden ante todo la tolerancia y el respeto a los gustos y preferencias estéticas de los demás, por muy poco que nos gusten.
Por una parte, debo aceptar que no se puede discutir este tema sin aceptar que determinadas formas de vestir pueden resultar insultantes para determinados colectivos, y que incluso, pueden llegar a ser molestas, por ejemplo viajar en el transporte público al lado de una persona que cuida poco su higiene, como afirmaba en la radio hace unos días una señora de 70 años, en una tertulia sobre la regulación de la vestimenta. Además, para muchas religiones y grupos étnicos la libertad en el vestir sigue siendo un tema tabú. Finalmente, también se ha generado este debate en los institutos donde la vestimenta cada vez más provocativa de los alumnos causa estragos.
No obstante, y aquí es donde empieza mi propia argumentación, tengo argumentos suficientes para dejar en evidencia la mayoría de estas tesis. En primer lugar, pienso que relacionar las personas que pasean en traje de baño o con el torso al descubierto por las calles turísticas de Barcelona con delincuentes, camellos y prostitutas ilegales, es poco menos que un insulto, un ultraje incluso. Esta clase de personas viene más marcadas por el sustrato social o el carácter que no por la forma de vestir. En mi opinión, los gerentes hoteleros y los comerciantes presentan esta medida para evitar esta clase de turistas extranjeros. Desde su posición, prefieren otro tipo de ambiente en Barcelona, que atraiga a otro tipo de turismo más familiar y tranquilo, que en la práctica, es el que produce más beneficios, ya que son las parejas con hijos, la gente mayor y los matrimonios sin hijos los que consumen más, y prefieren por decir algo, los servicios de calidad más caros a los restaurantes de comida rápida, los grandes supermercados económicos y los campings o albergues.
Por otra parte, en cuanto al derecho a “no ver”, el pudor perdido que defienden los promotores de la censura, yo soy partidario del respeto a la diversidad, siempre teniendo en cuenta que la libertad de unos no afecte a los demás. Es decir, si un individuo quiere pasearse por una ciudad sin camiseta, desnudo, o con un enorme sombrero rosa de piel, tiene y debe tener siempre pleno derecho a hacerlo, al menos en la calle. Claro esta que en edificios y locales privados el derecho de admisión depende del propietario.
De todas formas, creo que muchos de estos problema proviene de un hecho mucho más trascendental, que es la manera de educar a los más jóvenes y de los valores culturales que se les transmiten. Si los padres y los profesores se implicarán como se deben implicar en la educación de los niños, estos no desarrollarían su carácter a partir de los valores que les transmite la televisión o Internet, como por ejemplo la rivalidad entre ellos, la continua comparación de uno mismo con los demás y sobre todos estos aspectos, la importancia del físico por encima de todo. Además esto se junta con los dogmas cristianos acerca de exhibicionismo. Es decir, si estos niños no dieran tanta importancia a su cuerpo y al hecho de esconderlo en sociedad, sería mucho más natural el nudismo.
Como último apunte, debo decir que sí estoy de acuerdo con la implantación de uniformes en los colegios e institutos, dado que eso evitaría conflictos como los que han sucedido en varia escuelas españolas, en las que las chicas o chicos que siguen la moda de llevar los pantalones muy bajos enseñando la ropa interior se han negado a salir a la pizarra, debido a las burlas de sus compañeros. Además es una forma de crear un sentimiento de pertenencia a una institución, que permite a los alumnos sentir que forman parte de un centro educativo. De esta forma, afirman muchos expertos que los chicos y chicas se impli can más en las actividades y propuestas del centro, y además respetan más el material y las instalaciones, por que se las hacen suyas.
En conclusión, pienso que debemos tener una forma de pensar abierta a las diferentes formas de comportarse, en lo que se refiere al tema de los nudistas. En cuanto a los que deciden pasear por las ciudades en traje de baño, pienso que forma parte del libre albedrío, y que no se debe regular. Finalmente, en el caso de las nuevos estilos estéticos, sobretodo de los adolescentes, en mi opinión es un tema más trascendente, ya que muchos de estos nuevos estilos ya no son una mera cuestión de gustos, sino que implican una serie de valores que fomentan la rivalidad y la sobreestimación del físico entre muchos otros.

1 comentario:

Teresa dijo...

Gerard:
No tengo palabras, has hecho un trabajo magnífico. Información previa, tratamiento exhaustivo del tema,coherencia y estructuración del mismo, ¡construcciones sintácticas larguísimas y bien construidas!, nivel de lenguaje muy alto. Cualquier pequeño desliz que haya podido encontrar se desvanece en este texto tan bien realizado. ¡Enhorabuena, y no cedas un ápice en tu próximo texto!