martes, 8 de diciembre de 2009

Si Adam Smith levantara la cabeza...

Reforma sanitaria. Es simple de explicar. Antecedentes y consecuencias. Como antecedentes encontramos la situación de la sanidad americana. Estados Unidos se regia, y aún se rige, por las mutuas, las aseguradoras y las clínicas privadas, provocando así que cada uno tuviera y tenga acceso a la sanidad, según su “esfuerzo y dedicación”. Como más se trabaja, más se cobra, como más se cobra, más cara se puede elegir la clínica, y mejores serán los servicios recibidos. Un sistema justo y equitativo (si no tenemos en cuenta la casi imperceptible influencia que el capitalismo ejerce sobre este sistema, donde unos empiezan su lucha mucho por encima que los demás, percibiendo sin trabajar lo mismo que otros ganarían trabajando toda su vida). ¿Consecuencias de la reforma de Obama? Cobertura sanitaria mínima para todo el mundo. Los que tengan un gran poder adquisitivo, que sigan usando las clínicas privadas con mejores servicios. Los menos “afortunados”, que por lo menos tengan acceso a un jarabe para la tos o unas vendas para proteger una herida. He aquí el problema. ¿Permitirán los más “bienaventurados”, que los más “desdichados” tengan acceso a lo mínimo? ¿Permitirá Obama romper la tradición americana de la gran diferencia entre clases sociales? Por lo visto, Obama quiere acabar con la tradición del capitalismo puro, en que el gobierno no influye en el mercado, que se rige por los precios y las ventas, y los que más tienen mejor viven.
Pero, ¿Quien se cree Barack Hussein Obama para acometer contra el capitalismo? América ha sido, es y será la tierra de las oportunidades, de los deseos, de los sueños imposibles, de las ideas revolucionarias, de los cambios radicales... Pero siempre, bajo el manto protector del Capitalismo. América nació del capitalismo, creció con él, América es el capitalismo y el capitalismo es América. No podemos permitir que un “negro loco”, una persona sin escrúpulos como Obama, pretenda cambiar el sistema establecido. Debemos luchar contra su proyecto, porque su objetivo es ni más ni menos que ayudar a los asesinos, ladrones y explotadores, prestar coberturas sociales a la escoria sin trabajo, a los inmundos inmigrantes que ensucian la identidad americana, a los sin techo que abarrotan las calles y enturbian las ciudades americanas, a los que dicen sentirse oprimidos... ¿Daba el César prestaciones de jubilación a sus esclavos? ¿Permitían los grandes emperadores de la China el descanso semanal y la jornada laboral de ocho horas? ?¿Es que El Rey Sol, Luis XIV, prototipo del absolutismo Europeo, velaba por la distribución igualitaria de la renda entre sus súbditos? Pues si hasta ahora no era así, en el capitalismo tampoco. El mismo establece que cada uno debe luchar para hacerse su sitio, competir ferozmente y sin contemplaciones con el próximo, explotar, utilizar y exprimir a los individuos inferiores para saciar su ánimo de lucro. Pero eso sí, todo bajo un marco juridicoinstitucional que protege y defiende a todos por igual, porque todos tenemos los mismos derechos y...
¿Que será lo siguiente señor Obama? ¿Controlar la actividad económica? ¿Prohibir los monopolios y las grandes multinacionales, con el pretexto de salvaguardar los bosques y defender a las pequeñas empresas y los consumidores? ¿Prohibir las emisiones de CO2 para reducir el agujero de la capa de ozono? ¿Sancionar a McDonalds y Burger King por vender comida basura, supuestamente poco saludable? Es que va usted, señor Obama, a poner cadenas y grilletes para limitar el progreso de nuestra prospera sociedad? ¿Se atreverá usted a combatir a las grandes empresas, a los multimillonarios y al Vaticano, los héroes que han elevado la raza humana hasta el escalafón más alto de la cadena de los seres vivos? ¿Será usted el que se atreva a llamar despotismo a nuestra justa democracia, será usted el que recelará de la credibilidad de los gobiernos, será usted el que demostrará que el pueblo se deja drogar y explotar? Usted será quien... Mi querido Obama, no empiece una guerra que ya ha perdido antes de empezar. Porque la primera batalla la perderá contra usted mismo, pues es participe y parte importante de esta farsa vital. La segunda... Jamás alcanzaremos la segunda. Nunca pasaremos de la primera batalla. Somos demasiado egoístas, demasiado codiciosos, demasiado orgullosos de nosotros mismos. Como Nietzsche dijo una vez, es el mismo hecho de poder pensar y reflexionar, de poseer la capacidad intelectual, lo que nos vuelve ciegos delante de la realidad.

1 comentario:

Teresa dijo...

Gerard:
Una vez más un trabajo muy, muy bueno. Sólo puedo comentarte algún error gramatical como utilizar "como" en vez de "cuanto" en "cuanto más se trabaja, más se cobra".También está equivocado el uso de "mucho" cuando debe ser "muy" en "muy por encima de los demás".