domingo, 27 de febrero de 2011

Pequeña Miss Sunshine

“Little Miss Sunshine” es una comedia dramática de cine independiente dirigida por Jonathan Dayton al 2006. A parte de recibir muy buenas críticas, ganó dos Oscars por el guión y por un actor de reparto, al igual que el premio Independent Spirit Award. ¿Y tanta guarnición por qué? Porque se trata de una de las películas que más me han gustado, por ser diferente fuera de tópicos americanos y por darte fuerzas para aceptarse a uno mismo y continuar con la vida.

Es una mañana normal en una familia de Albuquerque. La madre entra a la casa unifamiliar con su hermano, un experto en Marcel Proust y homosexual que después de un intento de suicidio debido a un desamor se le ha recomendado que viva supervisado por algún conocido. La madre, la típica súper-ama de casa americana que tiene que mantener la casa en pie, además tiene que soportar las manías de su marido, un soñador con ideales de ser el número uno y que los de su alrededor también quieran ser los mejores pero que en el fondo todo su esfuerzo económico y personal está consignado en las nubes y en las falsas esperanzas que te dan las agencias especuladoras. Fruto de este matrimonio convencional, tenemos al hijo mayor, un adolescente acomplejado y fanático de Nietzsche que ha hecho voto de silencio como manifestación del odio por su familia y el mundo en general, con el único deseo de ser piloto de aviones, i la hija pequeña, rodeada de algodones y sin miedo a la vida aún ser poco delgada, llevar gafas y ser feliz. Esta inocente y curiosa niña también vive por un sueño: ir a un concurso de belleza y talentos de niñas de su edad, y para lograrlo nadie mejor que su entrenador personal, el abuelo cascarrabias expulsado del geriátrico por descontrol y adicción a la cocaína y otras drogas. Todo parece normal dentro de la cotidianidad de cada familia cuando llaman al teléfono para decir que la niña ha sido nominada a la final del concurso de belleza infantil, que se celebra justo el día siguiente. Entonces empieza el viaje, que los moviliza a todos y los obliga a pasar un largo viaje de dos días roce a roce dentro de una vieja caravana Volkswagen.

Este film lleno de humanidad, trata de temas que resultan duros como la muerte de un familiar, la imposibilidad de cumplir un sueño, o de ser considerado un fracasado. Todos los miembros de esta familia como en todas, se forman su propia barrera para que nadie entre en su espacio y pueda ver el interior de este, al final siendo todos unos individuos desconocidos que viven debajo del mismo techo. Este sentimiento es más ni menos que el miedo a que los otros te conozcan totalmente, que vean tu ternura, tus temores, tus fracasos, tus lágrimas, y nos ocurre a menudo a todos, de ponernos a nosotros mismos un listón excesivamente alto que difícilmente podemos cumplir. Auto-exigencia, porque vivimos repletos de estereotipos de perfección, del padre que triunfa y reina en la casa, la madre comprensiva y multi-tareas, el joven popular con una novia rubia y animadora, el abuelo que se tiene que visitar los primeros domingos de cada mes. Pero el papel que rompe con estos esquemas es la pequeña, que desprende inocencia y espontaneidad, que no le importan los tópicos sino que solo quiere ser ella misma y disfrutar.

En definitiva, al final una niña de ocho años le da una lección magistral a cada uno de ellos, porque uno no debe esconder sus miedos, son parte de nosotros, como también lo son esos individuos con quien compartes la cena, y vale la pena conocerlos, porque ayudan a crecer y a superar esos ridículos temores mandados por la sociedad actual. Después de ver la película, te recorre la sensación de dejar ver a los otros como eres, y si no les gusta… ¡que no miren! Os invito a verla y comprobar lo que os he contado, merece la pena recorrer este viaje, con o sin caravana.

2 comentarios:

laia dijo...

Si clicáis en el título, Pequeña Miss Sunshine, veréis el trailer de la película, merece la pena Tere!!!

Teresa dijo...

Lo miraré.
Cuidado con las oraciones largas, tienen que estar bien cohesionadas o se pierde el sentido. En algún caso basta cambiar el orden de aparición de los sintagmas para mejorar la construcción sintáctica y para que quede más natural "que consigna todo su esfuerzo económico y personal en las nubes y en las falsas esperanzas "