jueves, 10 de enero de 2013

¿Qué es lo que queda de la Navidad?

La Navidad es una fiesta que se celebra concretamente el 25 de diciembre, como conmemoración al nacimiento del niño Jesús. Cabe comentar la dualidad del origen de esta celebración. Por un lado está el religioso, que es el que hemos comentado, y por otro lado, y como más ancestral, está la celebración del solsticio de invierno, origen más arraigado al trabajo de la tierra. De todas formas, esta festividad se celebraba siempre al lado de la familia. A partir de ahí y durante todos los tiempos, la Navidad ha ido evolucionando hasta que ha tomado el significado de un período vacacional que ha sido motivo, como veremos a continuación, de encuentros familiares, de amigos… Por un lado hay que comentar la pérdida de autenticidad de la celebración navideña. Una fiesta que, en sus orígenes, estaba únicamente relacionada con el cultivo interior: de la fe, de la familia…Poco a poco, la globalización de la sociedad y la implantación, en un nuestro sistema, de un modelo puramente consumista, han hecho que la Navidad se convierta en uno más de los períodos álgidos de ventas: las rebajas, semana santa (en nuestro territorio con las típicas monas de Pascua)… En la Navidad el producto estrella es el regalo, da igual del tipo que sea, pero si se da el caso que llega la tía segunda por parte de padre y no trae un regalo para los pequeños de la casa, el murmurio que va a levantarse detrás de este comportamiento “completamente fuera de lugar”, hará que el año siguiente se presente, como mínimo, con un Scalestrix. Esta obligación de hacer regalos, hace que se pierda el sentido genuino de la Navidad: el estar reunido en familia i el tener a los seres queridos cerca. En la mayoría de los casos esta reunión familiar se ha convertido en algo forzado, incómodo, pesado y en cierto modo artificial, antinatural. Incluso los miembros de la familia que no se dirigen la palabra en todo el año, deben encontrarse por Navidad. Se dirigen una sonrisa forzada a modo de saludo, y seguidamente hablan del tiempo, o de política, el tema estrella, acabando la conversación, claro está, con una discusión que no se retomará hasta el año siguiente, reunidos bajo el mismo techo, alrededor de la misma mesa, comiendo el mismo menú de siempre. Eso sí, comiendo como si fuera el fin del mundo porque si no hay turrones, polvorones, gambas, y lo más caro y selecto del mercado, no son las Navidades. Por otro lado hay aspectos de la Navidad que hagan que valga la pena de que perdure su celebración. Uno de estos aspectos es la ilusión de los niños. Una ilusión que, ya viene incorporada en su carácter, pero que se intensifica en esos días tan llenos de magia para ellos. La preservación de la Navidad, en este sentido, sí que requiere un mínimo consumismo, pero ni mucho menos a los niveles a los que se ha llegado. Un niño, si sólo tiene un muñeco, aunque éste sea de trapo, va a quererlo y bien seguro que va a guardarlo y a vigilar de no perderlo ni romperlo. Si, por el contrario, los reyes magos le traen 10 juguetes el niño no sabrá valorarlos y acabará por, únicamente, esperar la Navidad por los regalos, que es lo que está pasando verdaderamente. Otra de las cosas buenas de esta fiesta es el conocido “espíritu navideño”, que aunque en la gran mayoría de los casos, se haya perdido, aún quedan excepciones que piensan que esos días son días mágicos que tienen un ambiente especial que cabe aprovechar y disfrutar con los que verdaderamente quieres. En conclusión, la idea original de la Navidad, tenía todo su sentido, que se fue perdiendo, como hemos visto, con la evolución de la sociedad hacia el sistema capitalista encabezado por el consumismo. De todas formas, la idea final, es que no hace falte suprimir la Navidad y considerar esa fiesta como algo irremediable, sino que es necesario buscar en el interior de cada uno, un poco de ilusión y un poco de alegría para encara esas fiestas con bondad, sin pretensiones burguesas, y conseguir volver a ver la Navidad como algo íntimo, personal o, como mucho familiar, pero siempre auténtico. CLÀUDIA BOCHACA SABARICH

1 comentario:

Teresa dijo...

Buen trabajo, Claudia. A ratos tiendes a escribir frases innecesariamente largas o directamente agramaticales como en "Otra de las cosas buenas de esta fiesta es el conocido “espíritu navideño”, que aunque en la gran mayoría de los casos, se haya perdido, aún quedan excepciones que piensan que esos días son días mágicos que tienen un ambiente especial que cabe aprovechar y disfrutar con los que verdaderamente quieres". También " incorrecto y la palabra correcta en castellano es "murmullo".