viernes, 18 de enero de 2008

El instituto misterioso


Yo era de la vieja generación del 91, ahora ya hacia treinta años de la época juerguista y liberal de estudiante de instituto. Como cualquier dicisieteañero, el colegio me parecía aburrido e insípido. Sin ninguna pizca de ilusión iban transcurriendo las clases, asta por fin llegar el deseado viernes. Sábado por la noche, unas charlas, y más tarde fiesta, y como no los domingos de peli. Tras el fugaz fin de semana, volver a la rutina.

22-01-08, las ocho de la mañana, un día más tachado en mi calendario. Todo indicaba ser un día como cualquier otro, como siempre, llegué tarde, 09:49h. Al subir las escaleras me tropecé, eso todavía hizo retardar más mi trayecto hacia la meta.
La clase estaba vacía, una suave luz entraba por los pequeños espacios de las persianas, lo cual dejaba entrever las mesas desordenadas y una suave figura al fondo.
Me extrañé pero a la vez tuve una pequeña alegría interior al darme cuenta de que no había sido la última en llegar. Saludé con un saludo de mañana, pero parecía que el sujeto o estaba sordo o no entendía mi lenguaje, supuse que eran los estragos de ser un lunes, y la cabeza no funcionaba correctamente, a causa de una noche de sábado, “interminable”.
Como siempre, cerré la puerta a mis espaldas, y me dirigí hacia mi mesa. Al ver que la sombra no hacía ningún gesto de interés por subir las persianas ni de siquiera hablar, no me quedo mas remedio que levantarme entre la oscuridad y encender la luz, ya que suponían demasiados esfuerzos para mi subirlas yo misma. Los pasos que daba al cruzar la clase me parecían eternos, un cansancio general me invadía el cuerpo. No pude soportar, el ver que aquel ser, ni se inmutaba al hablarle, y solté un par de chillidos haber si reaccionaba. Al fin encendí la luz, ya no había nadie en clase. No supe darle una explicación clara a aquello, pero sabía que allí había estado alguien, a unos centímetros de mi, sentía su respiración, su presencia. Baje las escaleras lo más apresuradamente posible, dejando tirada mi mochila en medio del pasillo.
No conseguía entender, donde se habían metido mis compañeros de clase, así que me dirigí a portería para confirmar si había clase de filosofía. La pobre mujer, con unos años de más dijo que no sabía nada de aquello, y que si me apetecía podía marcharme.
Feliz, pero extrañada subí al cuarto piso, donde tenia la mochila en mi aula. Mientras estaba subiendo, me encontré con el director, que muy sorprendido me preguntó porqué había venido a clase tras aquel incidente, yo confusa no entendí a lo que se refería, al parecer la noche del domingo, encontraron a Jimena, (profesora de filosofía), muerta, en el patio de su casa. El director llamó personalmente a los alumnos para informarlos de la ausencia de profesorado y de sus clases. No savia como reaccionar, así que fríamente, afirmé con la cabeza, unas lagrimas corrían mis mejillas.
Seguí mi trayecto hacia el aula. El pasillo estaba completamente oscuro, y no se oía nada. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al ver que la mochila estaba abierta de par en par. Recogí los libros del suelo, catalán, física, tecnología, castellano…pero el de filosofía no aparecía por ninguna parte.
Al mirar al frente nuestra aula tenia la puerta abierta de par en par, pero la luz apagada i esta vez no se veía nada. Al poner la mano sobre el interruptor de la luz, sentí un ruido de silla, extrañada, cojí el móvil para iluminar la clase. Otra vez aquella sombra.
Salte con un, joder, quien esta aquí! Subí la persiana rápidamente. Un libro de filosofía en la mesa del profesor, y en cada pupitre del alumnado un folio escrito a mano que decía:
Todavía sigo aquí.
Ahora, día 22, al pasar treinta años todavía recuerdo aquel extraño suceso en el misterioso instituto.

Judith Amores

1 comentario:

Teresa dijo...

Judith:
Como te he comentado, la redacción está bien aunque las primeras oraciones quedan algo sueltas, faltas de cohesión.
Otro "pero" son las faltas de ortografía pues aún tienes demasiadas.
Por lo demás, la redacción va a mejor a medida que avanza.