jueves, 17 de enero de 2008

el instituto misterioso

El curso ya se había acabado, normalmente cualquier estudiante estaría feliz porque llegan las vacaciones, pero nosotros no. Ese curso fue muy distinto a los otros.

Estábamos en clase de gimnasia y una pelota se coló en el balcón de arriba del tejado del instituto, Zoile fue a buscarla, era muy payasa y siempre estaba haciéndonos reír. Como estábamos haciendo un examen, mientras ella hacía sus tonterías, nadie la hacía caso, y para llamar la atención se subió a la barandilla del balcón y empezó a gritar. Cuando nos dimos la vuelta y la vimos allí le dijimos que bajara. A mi me entró un escalofrío. Los segundos que pasaron mientras me giraba para ver la cara de mi profesora se me hicieron eternos, parecía que todo fuese a cámara lenta, no lo olvidaré nunca, estaba pálida y tenía los ojos enormemente abiertos, entonces me fijé en los que la rodeaban, tenían su misma expresión. Si pudiera volver atrás, no me habría girado. Porque entonces fue cuando vi a mi amiga caer en picado, de repente todo eran gritos, y el que más resonaba era el de Zoile.
No pudimos hacer nada por ella. Y nada volvió a ser lo mismo en todo el curso, ni lo sería en los siguientes.

Ayer fue la fiesta mayor de nuestro pueblo y también habría sido el dieciséis cumpleaños de Zoile.
Aunque era un día triste para todos, decidimos que nos lo teníamos que pasar bien por ella, porque así lo habría querido.
Como pasa siempre cuando eres adolescente, nos emborrachamos. Una amiga y yo decidimos colarnos en el instituto e ir al balcón de arriba del tejado, para brindar por la amiga que habría estado saltando de alegría y no habría parado de bailar en toda la noche. Nos llevamos una botella de ginebra y brindamos por ella, estuvimos hablando, lloramos, reímos...
Al cabo de un buen rato escuchamos como se habría una de las ventanas, las dos nos quedamos aterrorizadas, cuando se acabo de abrir salió un aire helado. Cuando paró nos miramos con cara de asombro, se escuchaba la voz de Zoile. No lo pensamos ni dos segundos, entramos directamente.
Estaba todo oscuro, pero se podía ver una puerta entreabierta. Entonces escuchamos unos pasos que cada vez eran más cercanos y más veloces, hasta que llegó donde estábamos nosotras. Vimos como una sombra corría delante de nuestros ojos y nos cogimos de la mano asustadas. Se que en el fondo tanto ella como yo deseábamos escapar corriendo del instituto, pero el haber oído esa voz nos lo impidió completamente.
Con gran esfuerzo avanzamos hasta el pasillo y al final de éste pudimos diferenciar una sombra acurrucada en el suelo temblando. Teníamos miedo, pero entonces con temblorosa voz, y incluso con más miedo que nosotras, aquella sombra nos preguntó quien éramos. Su voz me sonaba de algo, era de una chica, debía tener nuestra edad. Cuando vio que no le íbamos a hacer daño se acercó a nosotras y nos dijo que teníamos que salir de allí cuanto antes, ese lugar era muy peligroso, habían fantasmas. Nosotras nos pusimos a reír, no creíamos en esas tonterías. Hubo un silencio. Pero no duró mucho, volvió ese frío y helado que nos había dado la bienvenida al entrar por la ventana. Empezamos a gritar como si nos estuvieran matando, como ella quería que nos sintiéramos, como ella se sintió al morir. Un grito espeluznante se puso en nuestra cabeza, no nos dejaba reaccionar, era como si nos fuera a explotar la cabeza.
Se paró todo en seco y la chica que nos habíamos encontrado se puso a gritar que nos fuéramos, a ella la había retenido allí para poder poseerla y haría lo mismo con nosotras. No nos lo podíamos creer, era nuestra amiga, ¿por qué querría hacernos algo así?
Entonces la vimos. Vimos su fantasma, se acercaba poco a poco hacia nosotras.
Nos culpó de su muerte, e intentó golpearnos, pero no pudo. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que lo que le pasaba realmente era que se sentía sola en aquel edificio sin nadie con quien poder hablar. Se puso a llorar y nos contó que tendría que estar allí encerrada eternamente.
Era ya muy tarde y teníamos que irnos a casa, le prometimos que cada día iríamos un rato para estar con ella con la condición de que no asustara a más alumnos.

Al salir por la puerta principal del instituto un hombre mayor nos vio, pero pensamos que no se lo diría a nadie, pero me acabo de enterar de que nos equivocamos.Al parecer aquel hombre aviso al director del instituto y han hecho unas puertas nuevas por donde no se puede pasar. No podremos volver allí hasta que empiece el curso, la verdad es que tengo miedo, si esta sola ara daño a alguien...

1 comentario:

Teresa dijo...

Melani:
Aparte de que hay faltas de ortografía de cierta importancia, lo que desmerece algo la redacción es el final, lo explicas todo demasiado y en este tipo de relatos debes buscar que el lector llegue a algunas conclusiones (por ejemplo, en vez de explicar que el director.... la protagonista podría acabar aterrorizada al descubrir una nueva puerta en el instituto y el lector debe adivinar que el terror va a continuar)