sábado, 28 de febrero de 2009

Diario de la resistencia

Acababa de ponerse el Sol, y así nos adentrábamos, nuevamente, a otra fría noche del diciembre de 1936, en Espot. Hacía dos días que las fuerzas nacionales se habían apoderado del ayuntamiento de Sort y este hecho minaba, aún más, la autoestima de los hombres de la resistencia, además, no paraba de nevar y la nieve se estaba acumulando en las escarpadas y rocosas montañas del valle, incrementando así, el riesgo de aludes.

Podríamos decir que nos encontrábamos totalmente incomunicados, cualquier cosa que pasara más allá del campo de visión de la atalaya de vigía emplazada en el extremo este del monte de Espot, era totalmente negligible para nosotros.

Pasamos dos jornadas más en esa situación, después, la tormenta de nieve cedió al azul del cielo, dejando así, un blanco y silencioso paisaje con un grosor de nieve que oscilaba entre los 130 centímetros en los campos y los 45 centímetros en el cauce del rio, que ya estaba, prácticamente, helado.

El alférez Castells, nos ordenó, a mi y al camarada Peret, que calculásemos cuantas provisiones quedaban y que limpiásemos la pista que subía hacia la cresta con el Land Rover que los de intendencia habían equipado con un par de chapas en el morro con las que representaba que teníamos que apartar la nieve del camino.

Una vez hechos los cálculos empezamos a subir por el pedregal, ya que la pista estaba demasiada cubierta de nieve, hasta que, después de mucho esfuerzo, llegamos a la cresta de la montaña.

Era increíble lo que nuestros ojos nos mostraban, la nevada había subido del sud y toda la cara norte del monte, estaba cubierta, solamente, por una fina manta de nieve de unos cuatro centímetros. Eso significaba que podríamos seguir la pista que iba hacia Jou, y una vez en Jou, seguir hasta Son del Pino donde sólo nos encontraríamos a treinta quilómetros de València d’Aneu, una de las poblaciones donde, aún, dominaba la Resistencia Roja.

Nuestra sorpresa era fue tan grata que empezamos a llamar con todas nuestras fuerzas, a los soldados del campamento. En ese instante se desencadenó un alud que en cuestión de instantes arrasó todo el valle de Espot.

Diario del soldado Josep Antoni Roi, diciembre del 1936.

Todos los soldados de la resistencia en Espot, murieron a causa de ese devastador alud, todos menos los soldados Peret y Roi, quienes fueron capturados y fusilados, cuando cuatro días más tarde llegaron a València d ‘Aneu, población que ya no estaba bajo dominio rojo.

1 comentario:

Teresa dijo...

¡Sorprendente final! y buena redacción.