martes, 24 de marzo de 2009

En una taberna de un pueblo, subido en una mesa, llamando la atención de todos aquellos que le rodean, gesticulando exageradamente y con un ritmo de voz especial, el juglar se dirige a sus oientes, ya sean voluntarios o no.

- Estan todos aquí señoras y señores? niños y niñas? Acerquense todos aquellos que quieran escuchar la história, la história real de un amor verdadero.
De poca gente podrán ustedes oirla con tanta precisión, pues esto le ocurrió a un pariente de un gran amigo mío.
Real como el vino de esta bota señor, se lo aseguro, se quedaran sin aliento como si una espada recien pulida se lo cortase...
- Ya la hemos oido esta!- grita un borracho desde un rincón oscuro de la barra.
- No señor, usted habra oido pequeñeces y tonterias comparadas con este relato, la más sangrienta de las batallas sera un pequeño rasguño para nuestro personaje, y la más grande de las conspiraciones, una diminuta maldad para el rei Archibald.
- Pero empieza ya cansino!
- Cállate, que no puede hablar!
Alguien le tiró un tomate al que se quejó, y le siguió una lechuga, y luego al borracho le rebotó un huevo, y el publico empezó una batalla campal. El dueño de la taberna se puso undió la cabeza entre sus manos a la vez que empezaba a oir platos chocando contra el suelo.

Y mientras tanto el juglar recitaba un precioso romance y el pueblo se perdió la mejor história de jamás escuchada.

1 comentario:

Teresa dijo...

Ana:
Correcto pero con "peros".
El habitual:las faltas de ortografía.
El segundo, la brevedad del texto.
El tercero es un anacronismo, en la época de los juglares nadie lo habría tildado de "cansino"