jueves, 19 de marzo de 2009

Manifiesto de la Naturaleza

Desde mi gran refugio de madera, albergado entre los hombros de la creación, y por medio de los ojos del halcón veo que, actualmente, los humanos se encuentran en una sociedad en la que es difícil destacar por ser natural, como yo, pero en la que algunos pueden estar tranquilos ya que existe una gran variedad de humanos que los representa en la Cibeles mundial, echa de PVC i materiales innobles.

Aunque parezca falso, entre estos personajes aparecen todas las especies, desde aquellos que se limitan a vivir en un escenario mental, intentando que todos los focos del teatro de la sociedad los enfoquen, los sobreactuadotes; hasta los que quieren hacer ver que si por ellos fuera, siempre se sentarían en las últimas butacas de ese teatro social, para no llamar la atención, los falsos humildes; sin olvidarnos de todos aquellos que son suficientemente inteligentes para engañar a su propio cerebro haciéndole creer que todo resbala encima de su piel, ya que todo les “suda”, los pasotas.

Pero si analizamos todo este abanico de posibilidades, no encontramos con el tornillo que los une a todos los listones que lo forman: llamar la atención de todos aquellos que intenta llevar una vida más o menos privada y modesta.

Pues seria mucho más fácil que todo el mundo siguiera su vida sin intención de ser mejor ni peor que los demás, solamente de convivir tranquila y felizmente.

Debí olvidarme la maizena cuando hice a los humanos ya que si no me la hubiera olvidado no costaría tanto mover toda esta masa hacia la misma dirección.
Puede que al final “se haya un foshon”.

Naturaleza Verde Prado

1 comentario:

Teresa dijo...

Josep María:
Como a Judit con su poema, también a ti te reconozco el esfuerzo de redactar esta especie de comentario alegórico salido de la boca de ¿la madre Naturaleza?, ¿Gea?. Pero no estoy muy segura de que te vaya demasiado bien este tipo de estilo. Tienes tendencia a expresar ideas de forma confusa, a divagar y tus propias creaciones pueden acabar dominándote de manera que el resultado o no quede claro o quede exagerado: No pierdas de vista el objetivo, la claridad y la persuasión antes que el redactar bonito, virtuoso o con ingenio.