domingo, 1 de marzo de 2009

Porque cada cosa tiene su sitio

La noche del pasado martes un conocido cartel propagandístico situado en el municipio de El Bruc (Bages) fue derribado “con nocturnidad y alevosía”. La acción aún no ha sido reivindicada por ningún grupo, aunque anteriores acciones contra éste, que van desde pinturas de distintos tipos hasta los más socorridos pierciengs, fueron realizadas por diferentes colectivos independentistas, que van desde Estat Català a Maulets, tocando todas las vertientes del movimiento independentista catalán. Aunque desconocidos, los autores ya han sido tratados de nazis, que ironía, por los colectivos Valéncia Huí o Democracia Nacional.

En primer lugar hay que ser conscientes que, desde la aprobación de la actual ley de carreteras, la existencia de las vallas publicitarias del toro de Osborne viven en una especie de vacío legal. Un hueco que se ha creado en la legislación española para hacerles un lugar, definiéndolas cómo un elemento de valor paisajístico español. En mi opinión, la aceptación de dicha valla en esta categoría es un menosprecio a aquellos elementos, naturales o humanos, que si merecen dicha consideración, desde una formación rocosa singular a un monasterio románico del siglo X.

Además la acepción especial que se hace respecto a otras vallas, va contra las normas del libre mercado, permitiendo a las bodegas Osborne hacer propaganda en lugares donde otras empresas no pueden, y, por si esto fuera poco, propaganda de un producto (un bebida alcohólica de más de veinte grados) que no puede estar presente, por ley, en ninguna de nuestras carreteras.

Por otra parte, la consideración del toro como un símbolo del estado, es una concepción que tiene diversos aspectos criticables, promociona una imagen de una España de pandereta y castañuelas, de toreros y sevillanas, la imagen que se vende a los turistas y que difícilmente puede estar más lejos de la realidad. Y es que en el resto de Europa se ve España cómo un país de Sol, playa y tradiciones ancestrales, en lugar de ver un estado moderno, que en unos años, y que a pesar de graves errores de planificación, se ha puesto a la altura de muchos de sus vecinos del norte en muchos aspectos.

Asimismo, cualquier persona que intente creerse el concepto de España plural, de un estado de naciones, comprenderá que cada una tiene sus tradiciones y que si a una de ellas no le corresponde el toro como símbolo es a Cataluña, aunque la tradición taurina se haya implantado también en ella. O quizás, a lo mejor, lo que pasa es que los sucesivos gobiernos, como el actual, que se llena la boca con la España plural, no creen tan firmemente en su proyecto.

En conclusión, es una cuestión de poner cada cosa en su sitio. El pictograma taurino en la botella de brandy y el toro en el prado o en el ruedo si es preciso. Y al monte dejarlo con él mismo, a ver si realmente se consigue crear un elemento de valor paisajístico natural y real.

1 comentario:

Teresa dijo...

Quim: El segundo párrafo de este artículo está perfecto.
Pero aún puedo encontrar algún defectillo en la imagen incorrecta de "tocando todas las vertientes del movimiento"(quizá mejor "sectores") y en "acepción especial" (excepción, tratamiento, trato de favor, consideración, deferencia)