lunes, 22 de febrero de 2010

Quien parte y reparte, se lleva la mejor parte

Leyendo a alguno de los textos argumentativos de mis compañeros me he dado cuenta que enfocamos mal el tema, desde una perspectiva equivocada. No se trata de que los autores no lleven razón, o que seamos los consumidores los que erramos en nuestro juicio. Es totalmente legítimo reclamar que el consumo de los productos que uno ha creado sea remunerado, y a la vez, es justo quejarse por tener que pagar cantidades abusivas de dinero por percibir productos artísticos como CDs de música o películas. El problema, como sucede a menudo y como ha sucedido y viene sucediendo en otros ámbitos como en la agricultura, son los intermediarios. Llamadlos intercesores, distribuidores o terceros. Esos malditos aprovechados son los que encarecen el proceso de distribución de los bienes y servicios desde el productor hasta los destinatarios. Y no me estoy refiriendo a los transportistas, ni a las tiendas al detalle. No, el objetivo de mis críticas son las grandes superficies y las empresas discográficas. Según un artículo de la AFYVE (Asociación Fonográfica y Videográfica Española) que ronda por Internet, las discográficas se quedan con ni más ni menos el 24,4 % del precio de un disco, es decir, si el consumidor compra un disco por 20 euros, la discográfica se queda 4,9 euros. Pero eso no es todo, porque la tienda se queda el 40,2 %. 8 de los 20 euros son para la tienda. En una tienda al detalle, en que el margen de beneficios es limitado, es una cantidad aceptable. Pero no en los grandes centros comerciales, poseedores de un amplio margen de beneficios empresariales. Por si no fuera poco, algunas veces incluso llegan a representar un 50% del PVP (Precio de venda al público). No es extraño que el autor, el verdadero creador del artículo, solo se quede 1,8 euros (un 9,4 por ciento).
Y pasa lo mismo con las películas, las series y el software para ordenador. Aunque, con este último cabe remarcar su oveja negra, el gigante estadounidense Microsoft. La piratería de productos de esta gran multinacional americana, sea por sus prácticas monopolistas o por el inmenso margen de beneficios con el que trabaja, es plenamente justificable, diga lo que diga la legislación. No obstante, su competencia, otros sistemas operativos como por ejemplo Linux, ya hace tiempo han empezado una campaña para promover el software gratuito y libre para todos.
Nuestra reflexión, como “res cogitans” que somos (René Descartes), debería ir encaminada a modificar el objetivo de nuestras pistolas y cañones, de nuestros sistemas de presión social. En vez de luchar perjudicados con aún más perjudicados, deberíamos pensar en enfrentar nuestro más temible enemigo: las grandes empresas capitalistas.
Como conclusión, querría destacar ciertos aspectos del tema que lo convierten, para mi, en extremadamente irritante. Echemos la vista atrás: no en la Edad Media, sino más cerca, por ejemplo en los 70, cuando los Beatles andaban revolucionando el mundo con su vibrante música, Stanley Kubrick dejaba sin aliento con su tronchante sátira de la sociedad, Allende moría defendiendo la democracia frente a un grupo de facinerosos y Juan Pablo Segundo se convertía en Papa de Roma. En esa época, los trabajadores ya se encontraban en el eslabón más bajo de la estructura social. Eran explotados y usados por las grandes empresas, pero también por los autores artísticos del momento (no creo que Raphael pasara hambre). ¿No les parece curioso? Las grandes empresas no sólo han conseguido explotar al trabajador, sino que han cambiado el papel de los mismos autores. Estos, han pasado de ser explotadores a explotados, en tan solo 30 años. Sucede lo mismo con los agricultores. Tradicionalmente, cultivar la tierra daba mucho fruto y se vivía muy bien. Ahora, los precios de los productos agrícolas están por las nubes, mientras que los agricultores tienen lo justo para pagar los gastos e ir tirando. ¿Donde está todo el dinero que falta?

1 comentario:

Teresa dijo...

Hasta ahora nadie había hablado de los intermediarios, al menos, explícitamente pero "haberlos, hailos".
No tengo nada que decir de tu argumentación y poco de la forma del texto;hay un par de errores, uno en la primera linea ("Leyendo alguno..." va sin "a" porque es C.D. de objeto, no de persona)y en una oración (luchar perjudicados CONTRA aún más perjudicados, deberíamos pensar en enfrentarnos a nuestro enemigo común...)
En conclusión, muy buen trabajo.