viernes, 17 de octubre de 2008

¿PUEDE CONSIDERARSE ELEGANTE QUE UN CABALLERO COMBINE UN TRAJE CON CALCETINES BLANCOS?

Al largo de la historia nos encontramos con infinidad de cambios en los cánones estéticos de todo tipo. Cada época se basa así en la negación más total y absoluta de aquello que significó la anterior. La arquitectura renacentista, por ejemplo, de líneas sencillas y estilizadas, es sustituida por el recargado barroco, pero su simplicidad es recuperada en el período neoclásico. Y el vestir no es menos. Así, pasamos del gusto por el desnudo en el mundo clásico a los vestidos en que no se puedan ni deducir los cuerpos que hay debajo. O igualmente, se pasó del mirignac al corpiño y hoy en día ver un mujer con cualquier de las dos prendas sería impensable fuera del Carnaval de Venecia.

Y os preguntaréis ¿Por qué todo este rollo sobre la historia de la moda? Muy sencillo. Mi objetivo es que os deis cuenta de lo que es realmente la moda. La moda no es, como parece que piensan algunos, una verdad metafísica, algo invariable y que está por encima de todos los hombres y mujeres del mundo. Es muy importante tenerlo claro. Aunque muchas veces no lo parezca, no es la moda la que hace las personas, sino las personas las que hacen la moda.

Por lo tanto, no debe considerarse pecado, ni delito ni ningún tipo de falta, el hecho de tomarse uno la moda por su cuenta. Porque las convenciones, existen por dos motivos. El primero, facilitar la convivencia entre las personas, y claro está que este no es el caso de la moda. El segundo, para crear una sociedad sin personalidad y poder marcar cómo rara la persona que se salta estas convenciones. Y realmente, la moda tiene este objetivo. Buscar la manera de que todos, vistiendo iguales, nos sintamos superoriginales, y que los que buscan ser diferentes se sientan observados.

Además, hay que tener en cuenta que estamos hablando de un parámetro enormemente subjetivo, la elegancia. Un parámetro que nadie puede valorar a nivel quantitativo, y por lo tanto la calificación del cual siempre será discutble. Un parámetro que, siguiendo las convenciones de la moda, iría mucho más allá que un simple par de calcetines “sport”. La elegancia es de movimientos, de retórica y en general, una actitud ante la vida. Reducir la elegancia a un par calcetines sucios es llevar las cosas a una simplicidad desesperante.

Por otra parte, todo esto no lo podemos aplicar solamente a la moda de las personas digamos “acomodadas”, la que sale en las pasarelas, la que visten los yupis. Los miembros de las “tribus urbanas” son claros exponentes de estos casos. El miembro de una de estas tribus es una persona que cree que por llevar un pantalón a cuadros y el pelo corto por lo lados es comunista o anarquista, la persona que cree que llevar rastas la hace ser consecuente con el medio ambiente (cuando en realidad perjudica a su medio ambiente con el olor que desprende su pelo) o la persona que cree que por pintarse los ojos de negro es un romántico con final trágico.

Así que piénsalo, tu moda la haces tú, por lo tanto, vístete cómo quieras, y piensa que tu ropa, aunque muchos lo crean, no hablará por ti.

1 comentario:

Teresa dijo...

Bueno Quim, poco tengo que opinar sobre tu argumentación y su desarrollo, me parece casi impecable, exhaustiva y estructurada.
Me limito a apuntar pequeños detalles de estilo: en el primer párrafo creo que más que deducir, los cuerpos se intuyen y en castellano existe "miriñaque" y a mujer le corresponde cualquiera.
Más abajo lo que la gente se toma por su cuenta es la justicia y no la moda o el nivel es "cuantitativo".Calificar la simplicidad de desesperante es un poco tópico y me parece mejor evitar calificaciones muy gastadas.
Ya ves que todo son pequeños errores o "defectillos".